lunes, 13 de septiembre de 2010

Malditas tentaciones

Esta ciudad tiene dos cosas que para mi son imposible de evitar: heladerías y panaderías. No creo que haya alguien que puede discutir que las panaderías de Buenos Aires capital son las mejores. Digo capital porque es el único terreno donde tengo experiencia. Estando cuasi a dieta, como estoy en este momento, pasar cerca de una panadería se me hace muy pero muy difícil. Para colmo tienen la cruel costumbre de poner vidrieras para que todos sepamos que están allí, calentitas y perfectas para acompañar el mate o café de la mañana. No sé como hacen para asegurarse de que su aroma llegue tan lejos, ni tampoco como hacen para que sea un negocio rentable siendo tantas en todos los barrios. Las heladerías tienen una característica que las hace aún más peligrosas, tienen delivery. No sólo están por doquier como las panaderías, sino que además con solo levantar el teléfono te llevan a tu casa esas delicias. Como son incluso más crueles, solo llevan dos cuartitos como mínimo. He llegado a comprar dos cuartitos comerme uno y guardar uno en el freezer para el día siguiente. Gracias a estas dos invenciones de esta maravillosa city, y a la existencia del concepto delivery en general, llegué a pesar muchos más kilos de los deseados. Ahora estoy en un plan de rebaja, que además de ejercicio, incluye dejar de tentarme con helados y facturas entre otras muchas cosas. Por el momento vengo soportando y eso que no hay reuniones doble A para los adictos a estas delicias.

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